EL OREJÓN
Este cuento se basa en la autoestima y la tolerancia .Dirigido a los niños que surgen bullyng.
AUTOR:JUAN JOSÉ TORRES ROJAS -RUTH ANGELA ROJAS
PUBLICADO: 05/02/2009 ACTUALIZADO:9/10/2017
Era su segundo día de clases.
Henry se sentó en el primer pupitre del salón, al lado de la ventana, como le
recomendó su mamá. La profesora entró en clase y les dijo "buenos
días". Hoy vamos a estudiar algunos animales. Comenzaremos con el asno,
ese animal tan útil a la humanidad, fuerte, de largas orejas, y…"Como
Henry", la interrumpió una voz que salía de atrás del salón.
Muchos niños comenzaron a reír
ruidosamente y miraban a Henry.
¿Quién dijo eso?, preguntó la
profesora, aunque sabía bien quién lo había dicho.
Fue Quique, dijo una niña
señalando a su lado a un pequeñín pecoso de cinco años.
Niños, niños dijo Emily con voz
enérgica y poniendo cara de enojo. No deben burlarse de los demás. Eso no está
bien y no lo voy a permitir en mi salón. Todos guardaron silencio, pero se oía
algunas risitas.
Un rato después una pelota de
papel goleó la cabeza de Tomás. Al voltear no vio quién se la había lanzado y
nuevamente algunos se reían de él. Decidió no hacer caso a las burlas y
continuó mirando las láminas de animales que mostraba Emily. Estaba muy triste
pero no lloró.
En el recreo Henry abrió su
lonchera y comenzó a comerse el delicioso bocadillo que su mamá le había
preparado. Dos niños que estaban cerca le gritaron: "orejón, oye orejón,
no comas tanto que va a salirte cola como un asno", y echaron a reír. Otros
niños a su alrededor lo miraron y tocando sus propias orejas, sonreían y
murmuraban. Henry entendió por primera vez, que de verdad había nacido con sus
orejas un poco más grandes. "Como su abuelo Manuel", le había oído
decir a su papá una vez.
De pronto se escucharon gritos
desde el salón de música, del cual salí mucho humo. Henry se acercó y vio a
varios niños encerrados sin poder salir, pues algún niño travieso había
colocado un palo de escoba en los cerrojos. A través de los vidrios se veían
los rostros de los pequeños llorando, gritando y muy asustados. Dentro algo se
estaba quemando y las llamas crecían. Los profesores no se habían dado cuenta
del peligro, y ninguno de los niños se atrevía a hacer nada.
Henry, sin dudarlo un segundo,
dejó su lonchera y corrió hacia la puerta del salón y a pesar del humo y del
calor que salía, agarró la escoba que la trababa y la jaló con fuerza. Los
niños salieron de prisa y todos se pusieron a salvo. Henry se quedó como un
héroe. Todos elogiaron su valor. Los niños que se habían burlado de él estaban
apenados.
En casa, Henry contó todo lo
sucedido a su familia, por lo que todos estaban orgullosos de él. Al día
siguiente, ningún niño se burló de Henry. Habían entendido que los defectos
físicos eran sólo aparentes, pero en cambio el valor de Henry al salvar a sus
compañeros era más valioso y digno de admirar.

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